martes, 24 de enero de 2012

Sobre el caso MegaUpload

Revivimos el caso de Napster, y es el riesgo que se corre cuando el tráfico está centralizado, de ahí que los usuarios deberían concienciarse de que usando ese modelo están a merced del proveedor del servicio: si éste deja de prestarlo, c'est fini, mon ami.

El modelo centralizado tal vez tenga sentido, por ahora, para el streaming de vídeo —admito que buena parte de la serie LOST la vi por cortesía de MegaVideo—, pero no para compartir archivos. Aquí entran las redes per-to-peer o P2P, redes que no están basadas en un servidor central al que se conectan clientes, sino entre iguales que se intercambian la información. Por su propia arquitectura descentralizada, no pende sobre ellos la espada de Damocles que tiene el modelo del servicio de alojamiento de archivos. En casos como BitTorrent o eDonkey, deberían cerrar no un servidor, sino cientos de ellos, y aún así no contarían con sustento jurídico para hacerlo, pues los servidores no comparten archivos, sino que se limitan a poner en contacto a los usuarios entre sí. Esto es, además de descargar los archivos, son también los usuarios los que proveen el material. Pero al contrario que Napster, hay servidores por todo el mundo, y sería imposible cerrarlos en todos y cada uno de los países donde están. En el caso de otras redes como Gnutella2, aún sería mejor, pues al ser redes P2P puras, esto es, sin servidores, la única forma de detener el servicio sería intervenir el tráfico de los usuarios. De todos.

Además, está el peliagudo tema de que los servicios de alojamiento de archivos como MegaUpload guardan información de sus usuarios, al contrario que en las redes P2P. No inspira mucha confianza saber que la autoridad, al servicio de las gestoras de derechos de autor más que de los intereses del ciudadano, en cualquier momento puede no sólo interrumpir el servicio, sino también acceder a los datos de todos los usuarios que lo han utilizado.

Pero, independientemente de estos supuestos teóricos, existe una razón tangible que debería inclinar la balanza a favor de las redes P2P: la velocidad. Esto es, mientras que en los servicios de alojamiento de archivos es necesario disponer de una cuenta de pago para poder descargar a una velocidad razonable, en las redes P2P, no. Pongamos un caso hipotético como ejemplo: hoy mismo descargar mediante BitTorrent Once Upon A Time S01E10, emitido no hace ni 24h, llevaría apenas diez minutos. El usuario concienciado sólo tendría a cambio que compartir el archivo con otros.

Es por esto que, tal vez, el caso de MegaUpload habría que interpretarlo como una oportunidad para replantearnos cómo queremos que sea la red: si descentralizada e igualitaria, donde los contenidos son compartidos libremente entre iguales, o si queremos que unos pocos concentren esos contenidos y nos los sirvan cómo y cuando deseen o puedan.